¿Se han fijado que en el mercado existen productos licenciados que parecen piratería? ¿Por qué creen que es así? ¿No se supone que el licenciante tendría que vigilar que sus propiedades se estén utilizando de manera adecuada? ¿Por qué parece que en ocasiones que al Licenciante no le importa que terceros actúen en demérito de su propiedad?
Creo que hay algunas razones por las que esta clase de productos llegan al mercado de este modo y trataré de analizarlas en las siguientes líneas.
CASO 1: No hay otro licenciatario que haga el producto.
Cuando se trata de un producto novelty, en el que no existe otra empresa en el mercado que esté haciéndolo, pero el mercado está demandándolo, al licenciante no le queda de otra que otorgarlo, porque seamos honestos, lo principal en un programa de licencias de una propiedad grandota, es la obtención de un beneficio económico…Por eso los miden, ese es el objetivo que persiguen.
¿Qué pasa en este caso? El licenciante se la pasa diciendo lo mal que está la producción, el licenciatario se compromete a hacer mejoras, pero normalmente se termina el periodo y no se vuelve a saber de ese producto o de las supuestas mejoras que le iban a hacer…Todo queda como una anécdota. “¡Híjole! ¿Te acuerdas de las plumas?” “¡Si no manches!” “¡Que mal estuvo eso! ¿verdad?” “¡Si! Ni me recuerdes” pero el hecho es que no será ni la primera ni la última vez en la que suceda.
CASO 2: Pidieron en producto para un canal “bajo”.
¿Suena feo? ¿Qué les digo? Así funciona, tanto para los vendedores, como para los compradores. Si a un licenciante le piden otorgar el producto para un canal considerado como de bajo poder adquisitivo, él sabe que para poder ser competitivos, habrá que bajar el costo, por ende, la calidad de los productos. Obviamente jamás permitiría que algo que se vende en un mercado sobre ruedas o tianguis, termine vendiéndose en Palacio de Hierro, por lo que se establece una restricción de canales en los que el producto podría “vivir” de acuerdo con sus características. ¡Importante hacerlo! Ya que hay canales de distribución que aunque van dirigidos a otro sector de la población, estarían dispuestos a comprar estos artículos porque “No se ven tan mal”, por su precio y por los altos márgenes de ganancia que esto implicaría.
Entonces, este es el segundo caso en el que el licenciante dice… “¡Está bien, tiene que haber producto para todos”. En este caso, normalmente sigue persiguiendo que las cosas se hagan bien, pero no es una condicionante para seguir o no con el producto, no obstante que no tenga la calidad que él quisiera.
CASO 3: Circunstancial.
Es SUPER común que los licenciatarios “cambien de proveedor” en alguna parte de su proceso de producción. Esa es la forma en la que el 85% de las veces va a terminar el asunto. Con producciones que no son iguales a las muestras que le mostraron al licenciante, pero con el compromiso de cambiar. Al tratarse de una especie de engaño (jamás sabremos si efectivamente hubo cambio de proveedores o no) el licenciante siempre exigirá que en las siguientes producciones exista un aumento en la calidad mostrada, de lo contrario se correrá el riesgo de no renovar el contrato. Se trata de la ocasión en la que existen más desencuentros entre el Licenciante y el licenciatario, la experiencia que más puede ensuciar la relación, desde la presunción que el licenciatario está tratando de engañar al licenciante, sin tomar en cuenta que en otros contratos el licenciante puede aceptar perfectamente la calidad de productos similares…con condiciones diferentes.
PREMIOS AL PEOR PRODUCTO LICENCIADO
Al final no estaría mal, que a partir del siguiente mes, revisáramos más de cerca esta clase de “malas ejecuciones”, con el único objetivo de dar un premio a aquellos que en demerito de una propiedad sacaron al mercado un desarrollo con la intención de diferenciar su producto, pero que fallaron en la ejecución de su realización.
¿Conoces algún producto así? ¡Nomínalo! A partir de Junio les daremos seguimiento, para tener en la cabeza los DOS and DONT’s de la industria del Licensing en México.
Hasta la próxima.
Antonio Mendoza