El Licensing y los contratos

Una de las formas en las que la industria del Licensing mantiene su fortaleza, es a través de robustecer su área legal, con estrategias que se ejecutan con la firma de contratos, convenios de confidencialidad y políticas de no competencia, con la finalidad de disuadir a los actores que orbitan alrededor de la industria a divulgar información o a llevar a cabo iniciativas propias que puedan afectar a los intereses del dueño de la propiedad. De este modo, las empresas dueñas de los conceptos creativos, normalmente hacen firmar a sus colaboradores, proveedores y a sus socios comerciales contratos hasta cierto punto excesivos, en los que se establece que todo el contacto que se haya tenido con dicha propiedad constituye una ventaja competitiva, un modelo de negocio o un secreto industrial que debe de ser guardado con sigilo para evitar ser acreedor a multas exorbitantes, así mismo en caso de existir una cláusula de NO competencia, los firmantes manifiestan que se abstienen de incursionar en el “modelo de negocio” del dueño de la propiedad, pero lo verdaderamente extraño es que ésta cláusula puede ser muy creativa y afirmar dentro de ella lo que a la compañía le plazca aunque no siempre obedezca a la realidad, sin embargo al firmar, el colaborador, socio comercial o proveedor, tiene que abstenerse de realizar cualquiera de todas esas cosas que se señalan en el documento, estableciendo que en caso de hacerlo durante la vigencia del contrato y hasta 5 años después, podría caerte la maldición china, una multa que sólo podría pagar Carlos Slim y las advertencias siguen y siguen.

¿Por qué? ¿Por qué las grandes compañías y los dueños de las propiedades con mayor relevancia tienen que utilizar los métodos antes descritos que francamente rayan en la extorsión y en lo absurdo? Bien, por principio de cuentas es importante señalar que existe un dicho muy mexicano que dice… “La burra no era arisca… La hicieron” Lo que quiere decir que no es que el empresario dueño de propiedades esté todo el tiempo a la defensiva y viendo moros con tranchete por todos lados, si no que, por el contrario ha pasado por una serie de experiencias que le han hecho hacer cláusulas cada vez más duras, fuertes y agresivas con la finalidad de que no lo vuelvan a timar. Pero ¿Quién les ha hecho tanto daño? Les voy a platicar lo que en mi experiencia personal he tenido oportunidad de presenciar…

1.- Colaboradores que al enterarse de cuánto dinero se mueve en la industria, o lo “fácil” que es ganar dinero con una propiedad, quieren hacer su propio concepto creativo. Es cierto, es humano, es clásico… Tú jamás pensaste en vender pozole hasta que entraste a un restaurante de la casa de Toño, tú no pensaste en poner un marketplace online hasta que viste lo que está haciendo Mercado Libre o Amazon, tu no quisiste hacer una App para renta de carros, hasta que conociste UBER, o una de renta de casas hasta que conociste AirBNB y así nos podemos seguir. El ser humano tiene esa tendencia, de copiar lo que está más cercano bajo la lógica de “si este, aquel o el otro pudieron… ¿Por qué yo no podría?” y se salen… y se pelean… y hay luchas intestinas y mucha mala onda, pero poco que se pueda hacer al respecto… Aunque también hay que decirlo, el porcentaje de iniciativas exitosas de un ex-colaborador con una gran idea, son más bien bajas.

2.- Proveedores que al momento de obtener acceso a parte de una Guía de Estilo para la realización de un elemento necesario para la realización de un producto (un bordado, una impresión, un ornamento o lo que sea) tienen un proceso mental parecido al siguiente… “Yo he visto estos monos, son famosos, se han de vender bien, ya tengo los diseños, no creo que se enteren”  dando pie al cáncer de las propiedades licenciadas…¡La terrible piratería! Es de este modo , pero no sólo de este modo, que los piratas se hacen de muchos diseños originales para su reproducción masiva… ¡Malditos proveedores sin escrúpulos!

3.-Socios comerciales que al momento de obtener la licencia para la realización de productos, se dan cuenta que el concepto es exitoso y al poco tiempo deciden que en lugar de renovar la licencia, le van a encargar a su equipo de diseño que desarrollen unos personajes similares a los que tuvieron éxito para poner en el mercado un concepto de ellos, con lo que ya tuvieron la oportunidad de corroborar al rentar la propiedad de alguien más. Finalmente ellos son los productores y los otros “únicamente” los que les prestaron los monitos… Así que de un día a otro, se convierten en productores de monitos.  

¿Entonces? ¿Está bien que los empresarios, dueños de las propiedades pongan esas cláusulas tan agresivas o no en sus contratos? Según los empresarios, cláusulas agresivas pueden llegar a disuadir a colaboradores, socios comerciales o proveedores deshonestos que temen a las consecuencias legales por incumplimiento de contrato. Sin embargo siempre existe el vivo que quiere estirar los fundamentos legales hasta los límites más insospechados…

Por otro lado, los colaboradores siempre estarán en contra de la agresividad de sus contratos, pero como en la mayoría de los casos sucede, prefieren tener un trabajo estable, medianamente bien remunerado y tratar de llevar la fiesta en paz, por lo que firman el contrato después de encomendarse a Dios, con la esperanza de que al momento de salirse de ese trabajo e irse a uno nuevo, no estén incumpliendo su convenio de confidencialidad y no competencia cada vez que abren el Adobe Illustrator. Otros, un poco más lerdos parece que se dan gusto compartiendo en cualquier oportunidad aspectos relacionados con su trabajo para dicho concepto o propiedad, siendo sujetos de persecución al momento de darse cuenta de que abrieron la boca de más y que ahora están metidos en un problema porque una abogada ya les mando un correo o una carta a su domicilio particular para recibir notificaciones. 

En resumen… No hay una forma estandarizada para poder llevar la administración de una propiedad de la industria de licenciamiento que se ciña a las “mejores prácticas”, porque el tema es muy variado, muy cerrado y muy privado, de tal suerte que en tanto la propiedad podría nutrirse de su propia experiencia, los proveedores y los socios comerciales podrían tener formas de comprobar lo duro de los contratos de las diferentes licencias y compararlos para determinar cuál es el más perro… Hasta donde yo he visto, este sigue siendo el de Disney, porque además tienes que sumarse a su código de conducta, en el que no prohibe que tengas trato con fabricas chinas aunque tengan alguna especie de esclavitud moderna, en tanto se les ofrezca a sus esclavos…emmm empleados, un plato de arroz al día y ya con eso estamos del otro lado.

Sin duda un tema espinoso el de los contratos, los convenios de confidencialidad y las cláusulas de los mismos… Pero que eso no te quite de la cabeza, que aunque existe este lado gris oscuro en los documentos que se firman, la industria del Licensing es una de las más lúdicas en las que puedas llegar a trabajar y que llegado su momento, tú serás el que pongas las reglas y generes las buenas prácticas de una industria que si bien tiene que protegerse, no necesita aprovecharse de su contraparte firmante. ¿O tú qué opinas?

Gracias por visitar LMX. ¡Hasta la próxima oportunidad que tengamos de encontrarnos!

Antonio M.

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